Los juegos de acción se caracterizan por una jugabilidad trepidante que requiere reflejos rápidos y pensamiento estratégico, centrándose en el combate, la exploración y los retos basados en la habilidad.

Los juegos casuales ofrecen una jugabilidad relajada y fácil de aprender, diseñada para sesiones cortas, que atrae a un público amplio con una mecánica sencilla y una curva de aprendizaje mínima.

Los juegos de rol permiten a los jugadores sumergirse en historias, desarrollar personajes y tomar decisiones a través de aventuras.

Los juegos de carreras se centran en la competición de conducción de ritmo rápido, desafiando a los jugadores a recorrer circuitos o competir contra oponentes con precisión y velocidad.