¿Qué tipo de cosas podré matar? Tu principal fuente de víctimas procederá de las valientes y altamente inflamables filas del Imperio Glorioso, un siniestro régimen que obtuvo el poder tras la caída del anterior Overlord.
Te abrirás paso a hachazos a través de batallones enteros a la vez, pero para mantener la sangre en tu espada variada también hemos arrojado a la mezcla unos cuantos Yetis, Elfos, aldeanos y especies indígenas molestosamente simpáticos, por nombrar sólo unos pocos. No digas que nunca hacemos nada por ti.
Siempre he querido esclavizar a la raza humana, ¿es éste el juego para mí? ¡Has venido al lugar adecuado!
Con el estilo de Dominación Overlord la humanidad, puede convertirse en tu juguete. Aldea por aldea, cosecharás los beneficios de una mano de obra poco dispuesta mientras expulsas al Glorioso Imperio de tus tierras.
Yo soy más del tipo "ver arder el mundo", ¿aún puedo excitarme? Será un placer, señor.
Con el Overlord estilo Destrucción puedes arrasar la tierra como un malhumorado Tsunami; arrasando ciudades, bosques y campamentos Imperiales sólo porque te miraron raro.
¿Qué pueden hacer mis súbditos? Los súbditos son pequeñas navajas suizas del dolor: Pueden entrar en batalla montados en lobos y otras criaturas mágicas, saquear las mejores armas de los enemigos pisoteados, saquear casas en busca de tesoros, manejar temibles máquinas de guerra, infiltrarse en campamentos enemigos y pulir tu armadura tan a fondo que cegarás a la fauna que pase.
¿Qué tipos de súbditos puedo gobernar? Esta nueva hornada de súbditos es más inteligente, rápida, letal e ingeniosa que los lamentables sacos de piel que solías gobernar.
Los súbditos vienen ahora en cuatro fantásticos sabores: Los marrones son bravucones brutales que resuelven sus problemas con dientes y puños.
Los rojos son la artillería hosca a la que le encanta jugar a atrapar, siempre que sea con bolas de fuego. Los verdes son asesinos sigilosos.
Silenciosos y mortíferos, como un pedo con patas.
Los azules no sirven para nada en una pelea, pero pueden resucitar a compañeros que han intentado parar una espada con la cara.